martes, 1 de enero de 2013

La Orden del Temple



Orden Militar fundada en el año 1120 en Jerusalén. Se trató de la primera orden militar que se configuró como tal, en un proceso de militarización, de la mano de San Bernardo de Claraval, que fue pionero en Occidente. Era la primera vez que se planteaba la idea de que aquellos que servían a la Iglesia pudieran derramar sangre con el objetivo directo de expiar los pecados. Y todo bajo una estructura internacional que sólo servía al papa de Roma.

La orden se desarrolló entre Oriente y Occidente, llevando a cabo tareas militares en el primero y económicas en el segundo. A lo largo de toda su existencia, la orden mantuvo encomiendas en los principales reinos occidentales que permitieran a la orden nutrirse de suministros y dinero suficiente para mantener las guerras en oriente. Allí lograron desarrollar incluso buenas relaciones con determinados sectores del Islam, llegando incluso a introducir mercenarios de estos entre sus filas (turcópolos). Gobernados por un maestre y por un capítulo general, los templarios se expandieron incluso a las cruzadas del este de Europa, en compañía de los hermanos teutónicos, o incluso a la Península Ibérica, lugar donde participaron de la Reconquista.

Mucho podría escribirse sobre los templarios, entrando en detalle sobre su estructura jerárquica, los acondicionamientos militares o religiosos, las donaciones de tierras, su influencia en la corte o en el poder, los grandes combates librados a ambos lados del Mediterráneo, o incluso sobre el esoterismo y mito que generan en tiempos posteriores. Mito que se alimenta, por otro lado, por el trágico fin de la orden, en el siglo XIV, a manos de Felipe IV de Francia, el Hermoso, y el papa Beltrán de Got, también conocido como Clemente V.

Ambos, siendo el segundo un práctico vasallo del primero, urdieron un complot a escala nacional primero, e internacional después, por el que detuvieron, torturaron y, por último, ejecutaron a gran cantidad de templarios. Sus objetivos: económicos y políticos. El fin de la orden permitió al rey Felipe IV recuperar gran parte de su tesoro, el cual había sido endeudado con el Temple. Otros bienes pasaron al papado o los restantes reinos y órdenes militares, principalmente el Hospital. Concluyó así la historia de los Pobres Caballeros de Cristo: religiosos, guerreros y banqueros, defensores de la “cristiandad” y condenados por ella.

Para más información:
NICHOLSON, H. Los Templarios. Una nueva historia. Barcelona, 2006.

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